Supervivencia...

23.04.2020

Estamos viviendo una situación de crisis jamás imaginada de enorme magnitud.

Estamos en estado de alarma por un virus que nos amenaza, es la primera vez que nuestra
sociedad se ve inmersa en una situación de este tipo. La dimensión del problema
al que nos enfrentamos es mundial, afecta a todos los seres humanos, a algunos
paises más que a otras, pero todos estamos y estaremos afectados por las
consecuencias a corto, medio y largo plazo. Estamos ante una pandemia mundial.


El ser humano no está preparado para vivir este tipo de situaciones, nos vemos
desbordados emocional y cognitivamente ante este tipo de peligros. La respuesta
de afrontamiento es de miedo y ansiedad, además no es un peligro puntual, sino
que se prolonga en el tiempo, supera la dimensión espacio temporal y realmente
escapa de nuestro control. Ante esta realidad la contención, apoyo y gestión emocional
de los ciudadanos, las personas, las familias y de la sociedad es prioritaria.

Los profesionales que deben seguir en activo, aquellos que trabajan con las personas a diario, los que trabajan en teletrabajo y aquellos que no trabajan desde antes de la situación
de emergencia, nos encontramos en riesgo añadido. Estamos sometidos a situaciones
de gran sobrecarga emocional que se están produciendo por la alerta sanitaria y social.

El ser humano no está emocional ni cognitivamente preparado para vivir en estado de reclusión, confinados y en cuarentena. Pero nuestra cultura de forma específica, nuestra sociedad, tiene como pilar básico las relaciones sociales, las actividades colectivas, la vida
comunitaria.

Por otro lado, en nuestra organización social no estamos acostumbrados a tener tanto tiempo disponible para la familia. Las relaciones familiares son limitadas en el tiempo y su calidad normalmente se ve afectada por las jornadas laborales de los padres.
Ahora nos encontramos en una situación en la que las familias deben pasar todo el tiempo juntos, los problemas y conflictos son múltiples. Nos faltan habilidades y estrategias para poder llevar esta cotidianidad de forma estable y equilibrada. Los niños, niñas y adolescentes, son los principales afectados, dado que pierden sus rutinas, los padres y madres están más
nerviosos, se dan múltiples situaciones que les generan ansiedad.


En su etapa de desarrollo cognitivo y emocional, niñas, niños y adolescentes, se encuentran inquietos, preocupados, desorientados y ansiosos. No comprenden lo que sucede, sáben todos los adultos tienen miedo a algo, y debe ser muy peligroso porque no podemos salir a la calle ni ir al cole. La ansiedad de los padres les genera aún más ansiedad, las noticias no son adaptadas en su lenguaje y comprensión. Están en una situación de riesgo a corto, medio y largo plazo. Su forma de ver el mundo no será la misma que hemos tenido en las generaciones anteriores. Será una de las futuras investigaciones el análisis de las consecuencias psicológicas de tener estas vivencias colectivas e individuales.